domingo, 15 de noviembre de 2009

Holanda, o the Netherlands?

Desde hace algunas semanas estoy viviendo en los Países Bajos, país mejor conocido como Holanda, aunque no sea su verdadero nombre. Hace poco leí en su Plan de Marketing 2008-2010 que la oficina de turismo decidió utilizar el término Holanda, en inglés Holland, por ser más común internacionalmente y más fácil de recordar que the Netherlands, que es como se debe mencionar en inglés. Y por cierto es así, con el “the” en minúsculas. Los estudios de Branding (tema que siempre me ha interesado mucho) realizados determinaron que el nombre Holland es considerado popular e informal y además refleja los aspectos positivos del país, ideal para el turismo y la recreación. The Netherlands suena oficial y muy formal. Una curiosidad, no tienen slogan.

En cambio, para el mercado nacional no pueden aplicar lo mismo, puesto que el término Holanda se refiere solo a la parte oeste del país. Para esos efectos aplican el slogan "Lekker weg in eigen land", que significa algo así como "Haz turismo interno" (¿bastante directo no?, no están con muchos adornos) y otra curiosidad: no utilizan ninguno de los nombres del país en sus campañas.

Aquí podrán ver un video dirigido al turismo de congresos y convenciones (MICE) en cuyo guión utilizan los dos nombres (incluso explican cuál es cuál), y tiene como objeto mezclar los dos aspectos del país, lo formal y lo informal. Está simpático.



Otra curiosidad es que en ninguna pieza publicitaria, al menos que yo haya visto, utilizan dos de los elementos más representativos (especialmente de Ámsterdam) y mundialmente conocidos: los coffeeshops (consumo controlado de drogas suaves en locales tipo cafetería o bar) y la Calle Roja. Obviamente sería muy osado mencionarlos oficialmente, pero además no hace falta.

Los Países Bajos recibieron 10 millones de turistas en 2008, siendo la mayoría de ellos de Alemania (vecino), Bélgica (también vecino) y Gran Bretaña (casi vecino), sumando entre los tres, más del 50 % del total. También recibieron 800 mil gringos y unos cuantos franceses, italianos y españoles. Entre los lugares más visitados, puedo mencionar que solo el Museo Van Gogh recibió casi un millón y medio de personas, y la famosa Casa de Anna Frank un millón.

En relación al turismo de convenciones, es el No. 6 a nivel mundial con 393 eventos en 2008, en un ranking que domina EEUU, Francia y Singapur. Holanda está entre España y Austria.

Del lado del turismo emisivo, los destinos más populares de los holandeses son Alemania, Francia, España y Portugal. Si hablamos de los viajes organizados por agencias de viajes en avión, dentro de Europa, los más populares en verano son Turquía, Grecia y España y en invierno España, Egipto (me entero que Egipto está en Europa) y Turquía. En los viajes fuera de Europa y con cifras mucho más modestas podemos ver a EEUU, Aruba-Curacao-Bonaire y Tailandia en verano, y en invierno otra vez a Aruba-Curacao-Bonaire, Tailandia y también México lindo y querido.

En las próximas entregas del blog (por cierto, con nuevo diseño más fácil de leer, creo) intentaré describir algunos aspectos de la sociedad holandesa (o neerlandesa si prefieren), bajo la óptica de un venezolano. Primer tema: el uso de las bicicletas, sumamente interesante.

viernes, 13 de noviembre de 2009

24 horas en Houston, 2da parte

Después de unas pocas horas de sueño en la muy cómoda habitación de mi hotel, me desperté temprano dispuesto a conocer los lugares más destacables de la ciudad texana. Tuve cuidado de dejar todo listo para regresar al hotel, echarme un baño, y salir al aeropuerto, para tomar mi vuelo HOU-AMS a las 3:00 pm.

Durante mi surfeo en Internet antes del viaje encontré algo sumamente interesante. En la página http://www.houstondowntown.com/Home/Lifestyle/WhatToDo/FREESelf-GuidedAudioTo/ hay unas guías de la ciudad en audio. Uno baja los archivos, los mete en el MP3 o en el IPod, imprime el mapa y listo. El recorrido está diseñado para hacerlo a pie, en 2 horas (teóricamente) y el guía te va echando el cuento de todo lo que se va viendo en el camino; es como las audio-guías que hay en muchos museos del mundo desarrollado. Cada lugar es un archivo mp3, así que puedes repetirlo, devolverlo, pasar al siguiente, o como dice el mismo guía “cuando te fastidies de mi, ponme pausa”. En el caso de Houston hay tres audio guías disponibles: una del distrito de los museos, otra del enorme parque Discovery Green, y la que yo tomé, el Ultimate Downtown Walking Tour. En este caso, la persona que narra es el dueño de un famoso estudio de grabación y me gustó mucho su estilo desenfadado e informal. Me imagino este tipo de recorrido en Caracas narrado por gente simpática como Luis Chataing o Diosdado Cabello.

Lo primero es ubicarse en el punto de inicio del recorrido, en mi caso el Discovery Green. Entonces uno enciende su MP3 y sigue las indicaciones del “guía”, que incluyen “cruce la calle a la derecha y camine 2 cuadras, y cuidado cuando cruce!”. Debo decir que me gustó mucho la experiencia, pues aparte de la información básica de los atractivos que se puede encontrar en cualquier guía en Internet, el guía complementa con datos curiosos, historias locales y entrevistas a personajes relacionados con el lugar visitado. Incluso algunos chistecitos tienen cabida. Malos, como todo chiste gringo, pero la intención es lo que cuenta. El recorrido que hice incluye los lugares más representativos de la ciudad, y extrañamente, también la visita a un monumento dedicado a George Bush, padre (?), que por supuesto, nada-que-ver.

Entre los datos curiosos está, por ejemplo, el nombre con el que los locales llaman al estadio Minute Maid: The Juice Box (caja de jugo), pues el estadio lleva el nombre de una de las empresas de jugos más importantes de EEUU. La entrada principal del estadio era una importante estación de tren de principios del siglo XX, y esto se utiliza mucho en la ambientación del lugar. En el audio tour incluyen algunos efectos de sonidos de tren, llamados por los altavoces y ruido de gente caminado, y el guía sugiere que te imagines el ambiente hace 100 años, con ejecutivos de traje y sombrero corriendo a tomar su tren, o señoras con vestidos de gala subiendo al vagón de lujo. Estos detalles hacen la experiencia mucho más agradable.

Recorrí parques, lugares históricos, iglesias, un punto desde donde se ven de manera espectacular los 7 rascacielos más grandes de Houston, y el distrito de los teatros, entre otros lugares. En total son 30 paradas; las 2 horas se convierten fácilmente en 3 y el sol es inclemente!

Hay un lugar de Houston que es muy renombrado, The Buffalo Bayou. Es como una especie de río rodeado por un parque. Para llegar a él hace falta una buena caminadita, pero para no “descompletar” el recorrido me lancé. Ya estaba cansándome porque el calor era tremendo. Cuando lo vi, no lo podía creer. Es un horrible riachuelo marrón y “tobillero”, sin ninguna gracia! Tiene cierta importancia histórica pues fue clave en la independencia de Texas pero hasta ahí.

(el "famoso" Buffalo Bayou y los rascacielos conocidos como "Seven Wonders")

Del decepcionante Bayou y otras paradas finales regresé al hotel literalmente empapado en sudor, y como estaba planificado, una deliciosa ducha y para el aeropuerto. Mi impresión después de 24 horas en Houston es que es una ciudad muy moderna, aséptica, cuadriculada y ca-lu-ro-sa. Una de las cosas más raras que aprecié de ella es que, insólitamente se ve muy poca gente en la calle, al menos de día. ¿Será el calor?? A veces quería preguntarle algo a alguien y miraba a un lado de las enormes cuadras y nada, miraba al otro y nada. ¿Dónde están los houstonians?? Por eso, debo agregar a mi lista: impersonal.

Confieso que no conocía estas audio-guías de ciudades, y me parece un idea genial. La empresa responsable se llama Audissey y tienen en su página los archivos de varias ciudades de EEUU. Me interesó y después de buscar en Internet descubrí que hay muchas guías de este tipo para muchas ciudades del mundo, y aunque la mayoría de ellas no son gratis, son relativamente económicas. Lo interesante de esto es que se puede ver una ciudad a través de los ojos de una persona local. Al menos la que yo utilicé.

Instintivamente como buen turistólogo empecé a pensar en un recorrido de este tipo en Caracas, pero tenemos el problema de que nuestra ciudad no es “caminable”. Las largas distancias, el calor, subidas fuertes para llegar a algunos lugares, y eso sin contar con la inseguridad que es lo más complicado. Me imagino las advertencias: ”Si ve que alguien se le acerca a preguntarle algo, no le haga caso, siga su camino”, “no acepte tarjetas de desconocidos en la calle, pueden tener burundanga”, "Burundanga es...", “No le venda su oro a los señores que están en frente del Capitolio”, “no camine por la Av. Libertador de noche, a menos que…”, y un largo y lamentable etcétera.

Sin embargo, pienso que hay lugares puntuales en donde sería genial una audio guía. En la Ciudad Universitaria, con tantas cosas interesantes. Otra en el Parque del Este para poder apreciar todas las maravillas que tiene como lugar patrimonial (verdad María Eugenia?). El casco de El Hatillo. ¿Dónde más? Y quiénes serían los narradores? Oscar Yánez seria tremendo para El Hatillo! Coro y Ciudad Bolívar, pero antes de las 10 am o después de las 3 pm.

Caracas es una ciudad que en mi opinión ha perdido casi todo su atractivo como destino turístico. Recuerdo a tour operadores contándome que sus grupos les exigen NO tocar Caracas en sus recorridos por el país. Y tienen razón, pues a pesar de contar con lugares maravillosos, la inseguridad es una limitante total. Sin embargo, una iniciativa como esta pudiera servir para los propios caraqueños, acostumbrados a la ciudad y sus peligros. ¿Cuántos caraqueños saben que la Ciudad Universitaria es Patrimonio de la Humanidad?
(el típico usuario de la Houston Audissey: con audifonos y sudando)

jueves, 12 de noviembre de 2009

24 horas en Houston, 1era parte

No se trata de un nuevo episodio de la serie de Jack Bauer y la CTU de Los Ángeles. Es un relato de las experiencias durante mi viaje de ida a Holanda.

Estoy a 36.999 pies (11.277 metros) de altura, volando a 1.012 kilómetros por hora, cerca de Reykjavic, la capital de Islandia. Afuera la temperatura es de un agradable -68°F. El jetlag me va a pegar durísimo pero no duermo casi nada en el vuelo Houston-Amsterdam. Me he entretenido mucho con las nuevas opciones que ahora ofrecen los vuelos comerciales, incluso para el proletariado de la clase económica. Parece que hace tiempo que no tomaba un vuelo internacional, porque estoy realmente sorprendido que podamos tener una pequeña pantalla frente a cada asiento, con innumerables opciones que van desde 335 películas (las conté), a un montón de capítulos de series, juegos y como siempre, música. Ya vi tres películas, una buena, una mala y otra peor. Solo vale la pena mencionar la buena: El Solista, con Jaime Foxx, el mismo de “Ray”.

Mi paso de 24 horas por Houston se debió a una providencial tarifa a Europa que ofrece Continental Airlines, combinada con algo que siempre quise hacer: asistir a un juego de béisbol de grandes ligas y que ahora, viviendo en Europa como pretendo, va a ser un poco complicado. Después de pararme a las 3 am para llegar 3 horas antes a la salida de mi vuelo, finalmente salimos puntuales a las 7 am. Creo que dormí todo el camino hasta Panamá pues en los días recientes sufrí un poco de estrés pre-emigración. Pero solo un poco, ustedes me conocen. La parada en el aeropuerto de Panamá y el respectivo recorrido por sus tiendas me recordó lo horroroso de los niveles de especulación de Venezuela (antes y durante CADIVI, creo que siempre ha sido igual), pero logré soportar la tentación de mi primer Cadividazo.

Ya en el Imperio, en la supuestamente temible aduana de EEUU me llamó mucho la atención su personal multinacional, que ofrece ayuda a todo el que llega al país. Correctamente uniformados de beige, personas de orígenes diversos pero seguramente nacidos en EEUU, pululan entre las filas de los recién llegados pendientes de los que se notan perdidos en el espacio, para despejarle dudas sobre los dos formatos que debemos llenar. Panameños, árabes, indios, argentinos, chinos (muchos chinos), todos son atendidos en su propio idioma y debo decir, con amabilidad. Me dio risa reconocer los estereotipos hollywoodenses de los rusos. Cuatro rubios altos, con el cabello casi al rape o medio calvos y con ciertas características (cara de “malos”) que los delataban como rusos.

Al salir de la aduana y ya estar en suelo imperial, con dos maletas de 50 libras, otra de 40 y un morral como de 200, todo montado en un carrito, me dispuse a buscar el autobús que “por solo 15$” te lleva a una estación de metro en pleno downtown. Hubo un detallito que no sabía: mi vuelo llegaba a la terminal C y la parada está en el D. Bueno, pensé, no importa porque debe haber algún tipo de correa transportadora o algo para llegar allá fácilmente. Efectivamente hay un lindo Interterminal Train, pero…no se pueden montar los carritos! Mi primer fucking shit en el Imperio (claro, en español para que suene sabroso)!! Para qué coño sirve el tren si no puedes montar el carrito con las maletas?? Agarré mi carro sobrecargado y me recorrí los 1.800 pies que separan a la C de la D buscando mi autobusito. Resultó que la terminal D la están reconstruyendo y todo está un poco caótico. Al final pude ver otras opciones de transporte, y escogí tomar una camioneta tipo van que por un precio un poquito más alto que el autobús, te lleva door to door a tu hotel. Creo que con las 4 maletas (más de 300 “libras”) encima, fue una sabia elección. No me quiero imaginar con ese perolero en el metro de Houston.

Llegué a mi hotel, el Club Quarters en la calle Fanning, que resultó tener una excelente relación precio/valor porque está tremendamente bien ubicado, es relativamente económico y las habitaciones son agradables y bien equipadas. Había opciones un poco más baratas, pero todas como lejos del centro, por allaaaaá en la mitad de una autopista, y solo se puede llegar en taxi. Poco práctico para una estadía de 24 horas. Una vez botadas –literalmente – las maletas en la habitación 318, salí rapidito antes de que cerraran el acceso al JPMorgan Chase Tower, que con sus 75 pisos es el rascacielos más alto en una ciudad que está llena de rascacielos. Tiene 305 metros de altura aunque eso apenas le da para ser el 11avo más alto de EEUU. A los gringos les encantan las sub-sub-sub clasificaciones, y por eso dicen que el JPMorgan es el edificio más alto de EEUU “al oeste del Mississipi” y el rascacielos de cinco caras más alto del mundo. Ok, si eso los hace felices, bien. En la entrada hay una escultura gigantesca y espectacular de Joan Miró llamada “Personaje y Pájaros”, y del impresionante lobby del edificio salen los ascensores que llevan al que quiera a un mirador en el piso 60 en unos 45 segundos, calculo yo. La vista por supuesto, espectacular.



Al bajar pasó algo curioso. Estaba tomándole fotos al conjunto escultura-edificio y me llegó a lo lejos como una voz de advertencia. Efectivamente, el vigilante del edificio me hizo una seña con la mano para que no tomara más fotos y se acercó a mí, leeentamente. Yo estaba un poco predispuesto a decirle que como–era-posible-que-no-se-pudiera-tomar-fotos, pero él antes que nada me saludó y me preguntó que cómo estaba (jeje siguiendo el protocolo seguramente). Amablemente me dijo que la política del banco no permite que se le tomen fotos al edificio y ante mi cara de “what???” me explicó que son medidas tomadas después del 11 de septiembre. Entendí y acaté pero sinceramente me parece una ridiculez, pues el edificio se ve desde cualquier parte del downtown.



Mientras esperaba la hora del ir a mi juego de béisbol, visité un par de centros comerciales que, según mis guías (todas bajadas de internet) eran los más importantes de la ciudad. Entré a eso de las 5:30 pm y me esperaba ver ríos de houstonians, tipo Sambil un viernes en la tarde (de hecho, era viernes en la tarde) pero para mi sorpresa estaban muertos y casi todo cerrado o cerrando (¿???) Resulta que, al menos esos dos que visité, cierran a las 6 pm (¿???) Mi mente consumista-capitalista salvaje se niega a aceptarlo. No es que fuera a comprar algo, pero igual me pareció muy extraño. Esa misma soledad la vería al día siguiente en mi recorrido por la ciudad.

Mi caminata al estadio, si bien un poco larga, fue agradable por ser en pleno atardecer (no diría eso al día siguiente). Además, las calles perfectamente simétricas de Houston invitan a caminar, sumándole a eso que es totalmente plana. Comprobé que efectivamente si vive gente en Houston, cuando –al fin- vi seres humanos caminando hacia el Minute Maid.

Se acercaba el momento de conquistar el objetivo de mi viaje: Major Leage Baseball. Quizás no tuve la suerte de que el equipo de Houston estuviera metido en la pelea (ni su rival de esa noche, Cincinnati) pero si tuve la suerte de conocer un estadio realmente espectacular. Gracias a CADIVI (¿nadie es fan de CADIVI en Facebook?) compré mi entrada con tarjeta de crédito, en una muy buena ubicación, cerca de la primera base.

Como siempre que uno entra a un lugar gigante como este, al principio me sentí un poco abrumado con el gentío, la señalización, la publicidad, el ruido, los miles de quiscos de fast-food en todos los pasillos, eso si, todo perfectamente organizado. Los olores me hicieron recordar que mi última comida (comidita) había sido en el avión antes de llegar a Houston y tenía hambre, pero primero, a ubicarme. Sin mayores problemas encontré mi puesto, section 128, fila 13, silla 5. La vista del campo, espectacular!

La mayor sorpresa de la noche fue cuando vi a dos personas acercándose a mi fila y sentándose en los puestos 6 y 7, parecían latinos; bueno, en Houston hay muchísimos mexicanos. Un momento! El joven tiene una gorra del glorioso equipo de los Leones del Caracas!!! Por supuesto: Héctor Jiménez, hijo y Héctor Jiménez, padre, de Churuguara, estado Falcón. Un mes antes de venir hice una búsqueda infructuosa de alguien conocido, o conocido de algún conocido (preferiblemente paisano) que viviera en Houston y quisiera acompañarme al juego, pero no encontré a nadie. Bien, en un estadio de 40.950 sillas, en una noche en la que deben haber asistido unas 25 mil personas, me tocan EXACTAMENTE al lado dos venezolanos. No en la fila de adelante, ni en la sección contigua. No, AL LADO! Increíble no? Por este tipo de cosas es que no creo en las casualidades.

Luego de las presentaciones de rigor, pudimos disfrutar el juego con los acostumbrados comentarios venezolanos como “ese picher está bolero”, “si le da la bota”, “no tiene nada en la bola” y quizás hasta un “papita, maní y tostón”. Aunque no soy particularmente tomador, la idea de una cerveza en el estadio me llamaba la atención, pero cuando vi que costaban 7 y 8 dólares (y en efectivo!), ya no me provocó mucho.

En un entre-inning aproveché para comprarme una saludable ración de pollo frito con papitas fritas y una coca cola bien fría. Cuando me dispuse a volver a mi puesto 5, resultó que no podía entrar en mi sección hasta que no terminara el turno del bateador. Un empleado del estadio me explicó que es para no entorpecer la vista del público que está sentado. Buena esa.

El estadio es una maravilla para el espectador. La vista del campo, el sonido, la enorme pantalla, todo está diseñado para el disfrute del juego. En los entre-innings hacen algunos juegos simpáticos con el público y la pantalla, por ejemplo enfocan a las parejas y éstas deben besarse. Muy gracioso, sobretodo cuando se dan cuenta que los están enfocando y están en una pantalla gigante.

El hecho de que ambos equipos estuvieran sin chance de avanzar a los play-offs y que por lo tanto el estadio no hubiese estado lleno, permite pasearse por todos lados y si uno lo quisiera, cambiar de puesto. Una idea típica de viveza criolla me pasó por la mente: uno puede comprar una entrada de las más baratas, es decir, en el último piso, en frente de una columna y con un baño al lado, y luego cambiarse a alguna vacía en las preferenciales. Me avergüenza confesarlo pero la idea me vino espontáneamente. Será que eso se le quita a uno en algún momento? :) Luego pude comprobar por mi mismo al recorrer todo el estadio, que no hay puestos malos, desde todas partes se ve perfectamente el juego.



Una de las características más destacables del estadio es el techo. Normalmente se juega sin él, pero si llueve fuerte o hace mucho sol (ésto último parece muy común en Houston) "ponen" el techo y prenden el aire acondicionado. Paseándome por los alrededores del center field pude ver una de las particularidades del parque, la llamada Tal's Hill. Para las personas no familiarizadas con el béisbol, solo imagínense una lomita en pleno campo de fútbol. Ahora imagínense además un poste muy cerca de la línea lateral, pero dentro del campo. Bueno eso es. La verdad es que no quisiera estar en los zapatos de un jugador cuando una pelota va en esa dirección, porque entre la lomita y el poste no está fácil la cosa.



Después de disfrutar del partido fuimos a caminar por la ciudad y a tomar algo. Me di cuenta que socialmente, en Houston los grupos raciales son bastante homogéneos. Negros con negros, blancos con blancos, asiáticos con asiáticos, malandros chicanos con malandros chicanos y mexicanos con mexicanos. Es algo que resulta extraño y hasta desagradable para una mentalidad como la nuestra, pues en Venezuela eso no existe. Todos somos amigos de todos.

Estuve tentado a entrar en un simpático local llamado Red Cat Jazz para escuchar música, pero aparte de estar reventado de cansancio, lo de los grupos raciales me dio mala nota. Por supuesto, en ese local solo había negros, y me hubiese gustado ver la reacción de la gente al verme entrar. Aunque yo me siento tal cual como dice Chávez “Soy negro, indio, mestizo!!!”, pero al final la falta de un buen Red Bull me hizo claudicar.

Al día siguiente debía caminar. No tenía idea.